Cuando hace ya casi 16 años, me detectaron un cáncer de mama, apenas podía imaginar que aquella “mala fortuna” (que entonces pensaba yo) se convertiría en una serie de cambios en mi vida fantásticos y maravillosos. Aunque la “temporada mala”, como lo llamo siempre a los procesos de operación y tratamientos por los que se pasa cuando tienes un cáncer, no fue muy fácil, nada hacía presagiar que al final se convertiría en una experiencia vital y decisiva. Eso que se suele decir que “el cáncer te cambia la vida”, pues sí, no es una frase hecha, te la cambia. Algo en mi interior cambió. Valoras todo doblemente. La familia, los amigos, un parque, una buena cerveza…

También aprendes, mucho. De algo que crees conocer más o menos, y de repente, te das cuenta, que no sabes de la misa la mitad. Piensas que lo importante, ante todo, es curarse, y que todo lo demás no importa, y para eso, están los médicos, grandes profesionales que no viviré lo suficiente para agradecerles todo lo que hicieron por mí. Pero ¡¡ay amiga!!, cuando empiezas a perder el pelo, las cejas, pestañas. Cuando empiezas a no ser tú misma, las cosas cambian. Yo quería seguir siendo yo, aún con mis circunstancias. Ahí comenzó mi periplo en busca de pelo, cejas, conocimientos de qué pasaría con mi piel, con mis uñas, qué me iba a poner… Una ardua tarea en unos momentos delicados que me llevó de un lado a otro, incluso fuera de mi ciudad.. A partir de entonces decidí, que si algún día era posible, nadie de mi entorno, ciudad, región… pasaría por lo mismo que yo.

Y ¡¡¡Voilà!!! Aquí estamos, con “Rosa en Positivo” que comienza su andadura en Zaragoza. Aquí encontraréis de todo lo que necesitéis antes, durante y después, de un cáncer. Pelucas, pañuelos súper preciosisisismos, ropa interior y de calle adaptada, bañadores para la playita (que ya apetecen) y para cualquier época del año, cremas, geles… todo lo que necesites, lo ponemos a tu disposición. Haresmos encuentros, talleres, salidas, donde Y sobre, nuestro cariño. Tenemos unas orejas muuuy grandes para escucharte, y unos brazos muuuuuy largos para abrazarte.